Los verdaderos traidores a la Patria y la Ley Bartlett

Carlos Álvarez Acevedo @CarlosAlvarezMX


Hoy es un día trascendental para la política mexicana. Están en juego dos visiones distintas del desarrollo y el futuro nacional. Es irónico que el destino de nuestro país esté en manos de los partidos políticos (PRI, PAN y PRD) que tantas veces traicionaron a los mexicanos. A esos mismos a los cuales se les han dado tantas oportunidades y que siempre acabaron fallándonos.  


Sin embargo, se espera que las cosas sean distintas en el marco de este domingo de Pascua, en la que se conmemora, según los evangelios canónicos, la resurrección de Jesucristo al tercer día después de haber sido crucificado. El PRI, el PAN y el PRD podrían resurgir de sus cenizas y obtener, por fin, el perdón de sus pecados. Ello aunque supuestamente “hayan robado más”.


Si estos partidos políticos -conjuntados en una coalición legislativa denominada Va por México-, detienen el bodrio llamado popularmente como Ley Bartlett, sin duda se reafirmarán como una verdadera oposición a un régimen que, para muchos, no está transformando nada, y, al contrario, sólo nos está regresando a un pasado que nunca debemos de volver.


De verdad que no se entiende por qué el presidente López Obrador está encaprichado por un proyecto de nación, en este caso en el rubro energético, que está diseñado por un tipo como Manuel Bartlett, con todo lo que eso significa. No le importó que esté históricamente señalado como el autor de la “caída del sistema” durante el fraude electoral de 1988, siendo el poblano secretario de Gobernación. 


Al tabasqueño tampoco le importó que Bartlett esté acusado de ser el presunto autor intelectual de la muerte de “Kiki” Camarena, agente de la DEA. Ni le importó que haya fungido como titular de la SEP durante el sexenio de su mayor enemigo político, Carlos Salinas de Gortari, el “innombrable” jefe de la “mafia del poder”.


¿Qué tanto le debe AMLO a Bartlett? Quizá nunca lo sabremos. Pero de lo que sí tenemos certeza, es que la reforma eléctrica impulsada por la 4T, tiene como eje central regresar el monopolio a la Comisión Federal de Electricidad, una empresa que nunca ha sido de “clase mundial”. También pretende un aumento de las emisiones de gases contaminantes y un aumento del precio de la electricidad, que ya de por sí es carísima. A la Cuarta Transformación le da miedo que haya competitividad de la iniciativa privada, porque la mayoría de sus miembros jamás han sido emprendedores. No saben lo que cuesta sostener una nómina. Les gusta ganar dinero fácil siendo burócratas. 


Por ello Morena está presionando a los legisladores de oposición con todo el aparato del Estado a su disposición, que incluye todos los recursos públicos. Los está amenazando, chantajeando e intentando comprar para que aprueben la Ley Bartlett. Les está advirtiendo que si votan en contra, serán unos “traidores a la Patria”. Ja, las traiciones están de su lado, y el mejor ejemplo es Carlos Miguel Aysa Damas, que cambió su postura de un día para el otro, justo cuando en el Senado pararon la ratificación al nombramiento de su padre como embajador de México en República Dominicana. ¡Te vendiste por unas monedas Judas Iscariote!


Ahora, el casi ex priista se sentará en la mesa de la última cena del mesías tropical, quien designó como operador político en San Lázaro a Ignacio Mier, un cercano a Bartlett. Es que amor con amor se paga, diría un clásico. Con el sufragio de Aysa, a Morena le faltarán 56 votos para lograr la mayoría calificada de 334, que representan las dos terceras partes del total de la Cámara baja.


Supongamos que, además de Aysa, se sumen otros 10 diputados de oposición, como calculaba Gabriel Quadri. Ni así dan los números para la 4T, que en San Lázaro está integrada por 277 legisladores de Morena, el “Verde” y el PT.  Esta será, sin duda, una derrota para AMLO, que, además, llevará a un escenario de parálisis legislativa de aquí hasta septiembre del 2024, porque tampoco pasarán otras reformas, como la electoral, con la que pretende asesinar al INE. Todo ello, claro, si a López Obrador no se le antoja reelegirse, con la excusa de que el “neoliberalismo” pretende sepultar su falso proyecto de transformación.



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