Muerte, testamento y trascendencia de AMLO

Carlos Álvarez Acevedo @CarlosAlvarezMX

Antes que cualquier otra cosa, quiero expresar mi indignación por los cobardes asesinatos de mis compañeros periodistas Lourdes Maldonado y Margarito Martínez. Exijo a las autoridades locales y federales llegar hasta las últimas consecuencias y que den con los responsables, caiga quien caiga. Basta ya de ataques a la libertad de expresión. Que de una vez por todas se acabe esta maldita impunidad, que tanto lesiona a la sociedad entera. 

Y ahora, entrando en materia de la opinión que me corresponde para este lunes. "Hay dos formas de vivir tu vida. Una, como si nada fuera un milagro. Y la otra, como si todo fuera un milagro", dijo, alguna vez, Albert Einstein. Esa perspectiva de la vida es la que nos lleva solucionar las problemáticas de todas y cada una de las cosas. Ver en cada debilidad y en cada anomalía, una oportunidad para mejorar, para crear y evolucionar. Para trascender.

Ahora que se ha puesto en la palestra pública la posibilidad de la muerte de Andrés Manuel López Obrador (una situación a la que nos habremos de enfrentar, eventual e irremediablemente, cada uno de los seres humanos vivos), se pone en duda si su proyecto político, ese al que ha dedicado la mayor parte de su vida, transcenderá, o será solo una frágil construcción de fichas de dominó, acomodadas de tal forma que cuando caiga una de ellas, todas las demás comiencen a derrumbarse. 

Además de que es un tema de la más alta trascendencia política, y de que se trata de la vida de un ser humano, en este momento es necesario utilizar el argumento muchas veces repetido por el político tabasqueño: de que él ya no se pertenece a sí mismo. Entrelazados -y no menos importantes- van, también, los tópicos de la gobernabilidad y de la seguridad nacional. Y es que un cateterismo cardíaco no es un procedimiento cualquiera, ya que se inserta un tubo largo, delgado y flexible (llamado catéter) en un vaso sanguíneo de la ingle o el brazo. Utilizando imágenes de rayos X como guía, la punta del catéter se pasa hasta el corazón y las arterias coronarias.

Asimismo, se inyecta un tipo especial de tinte, llamado medio de contraste, a través del catéter y se toman imágenes de rayos X. El medio de contraste es visible en los angiogramas y muestra los vasos sanguíneos por los que viaja el líquido. Esto resalta claramente cualquier vaso sanguíneo que esté estrechado o bloqueado.

El procedimiento generalmente se lleva a cabo con anestesia local, por lo que el paciente está despierto mientras se realiza el procedimiento, pero se adormece el área donde se inserta el catéter. ¿En qué ayuda el cateterismo cardiaco? Según el MSS, dicho procedimiento ayuda a reducir el riesgo de falla en el corazón y salvar su funcionalidad. Es recomendado para pacientes que ya han presentado un infarto. 

López Obrador tiene un historial de tratamientos médicos a los que ha sido sometido para distintos problemas de salud a lo largo de su carrera política, tanto como candidato como en cargos públicos. En diciembre del 2013, en pleno movimiento de resistencia civil en contra de la reforma energética del entonces presidente Enrique Peña Nieto, el tabasqueño sufrió un infarto agudo al miocardio.

En 2018, el periodista Carlos Loret de Mola documentó en su columna de El Universal, que al entonces mandatario electo, tiempo atrás "le tuvieron que quemar los nervios del cuello para esconder una grave dolencia en las cervicales, que son las vértebras que están en la base del cráneo y que envuelven para proteger la médula espinal".

En enero del 2019, el ya presidente en funciones dijo que padecía hipertensión, pero que estaba bien de salud, porque, según él, se cuida y hace ejercicio. Un año después, el 24 de enero del 2021, tras una gira de trabajo de fin de semana por el interior del país, el mandatario nacional se contagió de COVID, por lo que se mantuvo dos semanas en aislamiento, en su cómodo Palacio, y con tratamientos especiales que en ese momento aún no eran aprobados por la COFEPRIS para el uso del resto de los mexicanos.

Luego, el 10 de enero del presente año, el mandatario nacional informó que por segunda vez dio positivo al coronavirus, pero en esta ocasión sólo estuvo aislado seis días y el lunes pasado lunes 17 retomó sus conferencias y actividades privadas. Aún así, con todos estos antecedentes, se dio una desaseada y nerviosa estrategia de comunicación del Gobierno de México, que solo dejó más dudas que respuestas, y que, por ende, se presta a las especificaciones. 

¿Por qué el vocero Jesús Ramírez Cuevas informó a las 16:15 horas del viernes 21 de enero que el presidente había ido al hospital a una revisión de rutina cuando faltaban sólo 15 minutos para que le hicieran un cateterismo cardiaco que, supuestamente, ya estaba programado? ¿Quién ejerció el poder en el país mientras el mandatario nacional estuvo bajo anestesia, aunque fueran sólo 30 minutos, y por qué se informó del asunto hasta la noche?

Saliendo a dar la cara, el político tabasqueño dijo que en caso de fallecer ya elaboró un "testamento político", para consumar "la obra de transformación" y porque "no puede actuar con irresponsabilidad". ¿A quién, según cree López Obrador, le heredará su legado público? Por algo anticipó, de forma tan precipitada, la sucesión presidencial, destapando a la mitad de su mandato, a las que denominó sus "corcholatas".  

¿La verá de cerca? Fíjense lo irónico, solo Santa Anna dejó un documento con dichas características, el villano favorito de la historia. Ni siquiera el propio Benito Juárez, quien sí murió en funciones, dejó un documento con dichas características.

Desde que Guadalupe Victoria asumió el cargo como primer presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el país tiene en su haber 66 hombres que por minutos, años o décadas ocuparon la silla presidencial. Sin embargo, de todos los presidentes de México sólo tres han perdido la vida durante su mandato: Benito Juárez, Manuel Barragán y Venustiano Carranza.

Miguel Barragán quien gobernó de 1835 a 1836, murió de tifo, pero las fuentes de su época refieren que fue de peste pútrida, a los 46 años de edad  En el caso de Benito Juárez, quien estuvo en el poder durante 15 años (de 1857 a 1872) y, que pretendía continuar. Sin embargo, murió el 18 de julio de 1872, a consecuencia de la angina de pecho que padecía. De hecho falleció en el Palacio Nacional, a los 66 años de edad, dos menos de los que tiene López Obrador, que cuenta con 68.

En tanto que Venustiano Carranza, nacido en Coahuila y titular del Poder Ejecutivo Federal de 1917 a 1920, murió asesinado el 21 de mayo de 1920, en Tlaxcalantongo, Puebla. Álvaro Obregón –militar y político que participó en la Revolución Mexicana– promulgó el Plan de Agua de Prieta, que desconocía al presidente de México. Ante ello Carranza decidió huir de la Ciudad de México hacia el puerto de Veracruz, pero en el trayecto fue victimado por tropas del pseudo general Rodolfo Herrero.

¿Es necesario cuestionarse quiénes serán los herederos políticos de AMLO? ¿Hijos? ¿Esposa? ¿Hermanos? ¿Miembros de su gabinete? ¿Legisladores? ¿Gobernadores? ¿Alguna sorpresa? ¿Algún as bajo la manga que se guarde el tabasqueño? Así como este fin de semana se guardó un curioso objeto bajo la camisa del presidente, mismo que podría ser un monitor, porque trae una arritmia que no terminan de detectar. O, porque está confirmada la arritmia, pero está delicado para operarlo. O, es un marcapasos temporal. O, es una fístula de diálisis, porque trae un grave problema en los riñones.

Lo cierto es que el mayor logro político de AMLO, hasta el momento, y que va concatenado, es, primero, haber cohesionado a las diversas expresiones de izquierda, desde las más radicales, hasta las más moderadas y progresistas, en un solo movimiento que denominó Morena, un acrónimo cuyo significado implícito es religioso, en específico con la virgen de Guadalupe. 

En segundo lugar, el gran logro de AMLO es haber leído bien el descontento social con el régimen podrido del PRIAN, y capitalizarlo de forma electoral para así poder ganar en las urnas instaladas en el 2018. Ganó como triunfaba Usain Bolt, le sacó medio cuerpo de ventaja a su más cercano competidor. 

Sin embargo, en lo que va de su Gobierno no ha construido, algo, significativo, que se pueda decir es de trascendencia. Todo ha cambiado en las formas, pero no en el fondo. Y como a él mismo le encanta decir: todo cambió, pero en realidad nada ha cambiado. Y como ejemplo están sus obras faraónicas que el político tabasqueño llama "prioritarias", pero que no priorizan nada, excepto el egocentrismo del mandatario nacional. Y qué decir de sus programas sociales, a los que cualquier lobo feroz podría soplar y hacer caer, como si fuera una choza de paja en la que se esconden los tres cochinitos. 

La pregunta del millón de pesos es si sus seguidores o lo que no resulten favorecidos con la herencia póstuma de López Obrador, se conformarán con la repartición o o la impugnarán por las vías políticas y electorales correspondientes. Lo cierto es que a la muerte de AMLO, en el poder o no, los mexicanos no tenemos la disciplina o el temperamento de los ex soviéticos  o los cubanos, o los chinos, o los norcoreanos, que han podido sobrellevar la muerte de sus líderes y se han mantenido en el poder por décadas.

Nomás habría que ver cómo se están y se han estado peleando los precandidatos de Morena de las diversas gubernaturas y alcaldías de todo el país, así como en la elección de las diversas dirigencias de Morena, tanto en la nacional, como en las estatales. Se dan hasta con la cubeta y a llegan al punto de ruptura, grietas que hasta ahora se han mantenido unidas con engrudo, ante el miedo de quedarse sin hueso o fuera del presupuesto público, sin cotos y cuotas de poder.

Mi predicción es que tras la muerte AMLO habrá una lucha intestina, una verdadera carnicería entre los militantes -por convicción o por conveniencia- de la auto denominada Cuarta Transformación, que hasta el momento solo ha transformado el oro en cobre. Ironías de la vida, el 5 de junio del 2014, AMLO escribió en Twitter: “existe el rumor de que Peña Nieto está enfermo. Ni lo creo, ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia, por su evidente incapacidad”.

Con sus declaraciones, el propio López Obrador ha puesto en la agenda pública el tema de ¿qué pasaría en el país ante la muerte del presidente? Según lo establecido en el artículo 84, el secretario de Gobernación asumiría como presidente provisional, y ejercería el cargo acotado por los límites previstos por la propia Constitución (máximo 60 días y sin modificar el gabinete), en tanto el Congreso de la Unión designe al presidente sustituto, que gobernaría hasta el último día de septiembre de 2024. 

Así las cosas, se entiende que su paisano Adán Augusto López es el albacea de su testamento político, un documento que, según el experto Ernesto Núñez, resulta innecesario frente a la vigencia, desde el 2013, del artículo 84 constitucional.

"Y uno cree que puede creer / Y tener todo el poder / Y de repente / No tienes nada", cantaba Saúl Hernández, vocalista del grupo de rock mexicano Caifanes, en su canción 'Afuera'.

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