Layda Sansores y el virreinato de la vulgaridad política

Carlos Álvarez Acevedo @CarlosAlvarezMX


Se solía decir en la jerga política mexicana, que los gobernadores eran una especie de virreyes, con funciones administrativas de territorios autónomos que dependían del monarca central. Sin embargo, en ocasiones, algunos se saltaron las trancas y desobedecieron al rey en turno. Las sanciones en su contra: el ostracismo, quizá la destitución, pero nunca la cárcel.


Así era la dinámica del sistema, hasta que llegó la transición, primero con el PAN y ahora con Morena. Desde entonces muchos gobernadores -militantes en diversos partidos- han ido a parar a prisión y algunos hasta han sido asesinados. Otros también han sufrido el escarnio público, que se magnifica y se viraliza en la época de la inmediatez de las redes sociales.


Esto está sucediendo en la actualidad con Alejandro Moreno Cárdenas, alias “Alito”, cuyo caso, además, es especial, ya que no es sólo un ex gobernador que representa al tradicional cacique que todo lo controlaba en su entidad, sino que también es diputado federal, con fuero, y con la representación de un partido político, que, aunque moribundo, aún tiene una militancia que se resiste y que combate, como puede, el meteórico ascenso de Morena.


“Alito” es un dandi de la política que no tiene reparos en su cinismo. Aunque él acusa que su voz ha sido manipulada, lo cierto es que ha sido exhibido por su sucesora en la gubernatura, con múltiples audios que lo muestran como un corrupto sin límites, que se enriqueció de forma desmedida con el dinero público, que utilizó a su antojo para difamar y perseguir a sus adversarios.


Ahora, en un golpe de timón, Layda Sansores San Román lo está cazando como a un poderoso animal herido, que aunque tiene grandes garras y colmillos, no cuenta más que con su rugiente belicosidad para defenderse. “Alito” se martiriza y acude a instancias internacionales, argumentando que es un “perseguido político” de Morena y, obvio, del presidente López Obrador, por negarse a que los priistas votaran a favor de la reforma eléctrica del político tabasqueño en San Lázaro.


Todo lo anterior tendría lógica si la conductora del reality show virtual ‘Martes del Jaguar’ no fuera quien es. Durante sus años como diputada federal o como senadora, se distinguió por ser una aguerrida crítica de los presidentes de la República en turno y hasta los encaró. Excepto a Carlos Salinas de Gortari, el ahora “innombrable”, a quien alabó y dijo admirar.


“Salinas fue para mí un personaje muy cercano, muy admirado, tengo que decirlo. Me cuidó, iba a Campeche a saludar a mi padre, y mi padre le decía: ‘Laydita no tiene trabajo’ […] En uno de esos viajes Salinas le pide a Colosio que me invite a tomar un café, y ahí él me dice qué quieres ser, y dije, yo no quiero trabajo, yo quiero ser diputada. Entonces el sistema hizo lo suyo […], Salinas me pone de plurinominal y me hace diputada [...] Salinas me escogió y me cuidó y eso se lo reconozco”, reveló la política campechana en una entrevista del 2013.


Asimismo, Sansores San Román es una mujer que tira la piedra y esconde la mano, ya que ella misma tiene múltiples señalamientos de corrupción. Con una vida ligada casi por completo a lo público -es hija del también cacique Carlos Sansores Pérez, “El Negro”, priista que fue, entre muchas otras cosas, gobernador de Campeche, director del ISSSTE y presidente nacional del PRI-, sus ingresos parecen no concordar con los bienes que posee.


En la última declaración como gobernadora de Campeche, presentada el 26 de mayo del 2022, reconoció tener 16 propiedades, entre ellas departamentos, casas y terrenos por más de 17 millones de pesos, así como cinco automóviles, entre los que se encuentra un Audi Q5 que le costó más de medio millón de pesos. También tiene joyas y obras de arte valoradas en casi dos millones de pesos. 


En marzo del presente año, la publicación Emeequis reveló que entre el abultado patrimonio inmobiliario de Sansores San Román, había un palacete en Jardines del Pedregal, en la Ciudad de México, una finca cafetalera en Chiapas y una hacienda de 100 hectáreas con dos kilómetros de playa privada en Campeche. 


Pero todo ello se supo a través de investigaciones periodísticas, ya que Sansores San Román decidió omitir algunas de las empresas y propiedades en las que sus familiares directos y su entonces pareja sentimental tenían participación. Además, el ostentoso nivel de vida de la ahora gobernadora ha sido exhibido por los propios ciudadanos. 


En múltiples fotos y videos, que circulan en redes, se le observa comprando en tiendas de artículos de lujo, a las que no puede acceder el ciudadano común. También se tiene documentado su uso de costosos bolsos, así como sus frívolos gastos a cuenta del Senado, como una “silla Luis XV de terciopelo plateada”.


Sin ser pitoniso, preveo que el sexenio de Sansores San Román en Campeche, acabará peor que el de “Alito”. Para muestra un botón: en una extensa red de nepotismo e influyentismo, al menos 20 familiares de la gobernadora, así como del fiscal Renato Sales Heredia, ocupan importantes cargos, tanto en el gobierno estatal como en el federal, con sueldos mensuales que oscilan entre los 9 mil y los 212 mil pesos mensuales.


Según medios locales, parientes  en primera, segunda y hasta tercera línea de ambos funcionarios estatales -el fiscal y la gobernadora, cuya autonomía es sólo una definición jurídica, ya que de facto son uno mismo- han sido ubicados en posiciones clave tanto en la administración local como en la federal, a partir de que Sansores San Román asumió la titularidad del Poder Ejecutivo de Campeche. 


Por si esto fuera poco, la guanajuatense Marcela Muñoz, titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal, ha sido exhibida, también en redes, por su lujoso nivel de vida, que incluye fiestas en yate, en las cuales se brinda con champaña. Además, uno de sus hijos es vicefiscal. Otra es Jefa de Seguridad y Tránsito en el Ayuntamiento de Ciudad del Carmen. Ninguno de los dos contaba con experiencia al momento de ser nombrados en dichos cargos.


“Para mí, el PRI era una religión. Lo tenías hasta el tuétano. Cada Navidad cantábamos la marcha del PRI: ¡por el PRI, por el PRI!”, reconoció la actual gobernadora en su biografía autorizada, ‘Insurrecta: historias de Layda Sansores’. Con ese partido fue diputada, senadora y candidata a la gubernatura de Campeche, cargo que no consiguió hasta el cuarto intento, ya de la mano de Morena.


A sus 77 años de edad, Sansores San Román ha sido priista, perredista, emecista, petista, morenista. Una indigna anécdota la retrata de cuerpo entero: en febrero del 2018, en Ciudad del Carmen, tomó la mano de Andrés Manuel López Obrador y la besó con gratitud teatral. Luego, la entonces senadora retiró sus labios de la piel del entonces candidato presidencial y le dijo: “No se olvide de nosotros”. Esa es Layda.

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