Carlos Álvarez Acevedo @CarlosAlvarezMX
Después de 4 años de permanecer pasmada y dispersa, la oposición a Andrés Manuel López Obrador se dio cuenta que la única forma de detener al político tabasqueño es uniéndose todos en un gran ente formado en su contra.
Por ello, en la marcha para defender al INE, se desdibujaron las ideologías. Así como hubo personajes de la más rancia derecha, también los hubo de la más recalcitrante izquierda. Todos unidos contra quien los arrasó en 2018.
En ese entonces, los atropelló un camión pintado de guinda, al que se subieron muchos indecisos, hartos de los lacerantes abusos y la descarada corrupción de la clase política que gobernaba, a la cual no le dio tiempo ni de apuntar las placas.
Quizá el verdadero problema de la marcha en defensa del INE -a la que se calcula acudieron cientos de miles en todo el país-, es el fondo y no la forma. La marejada rosa caminó en paz, ordenada, como si posara para las fotos multitudinarias.
Sin embargo, dentro de la misma resaltaron personajes que en otra época hubieran sido repudiados e indeseables. Hombres y mujeres acusados, en su momento, de la más cínica corrupción y algunos hasta de asesinatos.
Los medios destacaron la presencia de Vicente Fox, Elba Esther Gordillo, Margarita Zavala, Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel, Roberto Madrazo, “Alito” Moreno”, Jesús Zambrano, Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu, y un largo etcétera.
Todos personajes que en algún momento fueron odiados por el electorado, tras haberles dado la oportunidad de gobernar, la cual desaprovecharon con creces, traicionando su confianza. Pero, nada de eso importó ahora.
Los manifestantes optaron ante el que consideraron el menor de los males. Y más que la defensa del INE per se, la lectura que realmente obtuvimos de los resultados de la marcha, es que la oposición a AMLO, unida, le puede disputar el poder.
Es realmente llamativo que el hombre al que muchos analistas -a su favor o en su contra- llaman un genio de la política, haya dilapidado tan pronto, el impresionante y holgado capital político que ganó en las urnas en 2018.
Lo que parecía imposible hasta hace apenas unos meses, se logró con la marcha del domingo 13 de noviembre de 2022. López Obrador atacó a sus opositores hasta la saciedad, lo que provocó el hartazgo del “otro” pueblo.
Con sus injurias, con sus epítetos, con sus ataques -muchas veces injustificados-, el político tabasqueño logró lo que ni Virgilio en su ‘Eneida’: reconciliar a tirios y troyanos. Que no me vengan a decir que esto era una estrategia de AMLO.
Lo cierto es que al presidente le salió el tiro por la culata. Estuvo disparando balas de salva -y de saliva- tanto tiempo, que la oposición calculó que ya era momento de sacar la artillería política real. De mostrar que aún les queda parque electoral.
Y vaya que lo tienen. Quizá no les alcance para ganar la Presidencia de la República, pero sí les es factible arrebatar la capital del país a Morena. Le quitarían, entonces, su caja chica, la que los dotó de “cash” en sus momentos más álgidos.
Logró unir a una gran masa de hombres y mujeres -de todas las clases sociales-, encabronados por sus excesos verbales, por su destrucción indiscriminada de las instituciones públicas, y por la militarización de la democracia nacional.
El TUCAMLO es ahora una hernia incrustada en el cuerpo del “pueblo” de AMLO, ese ente, que aunque amorfo, parecía bien desarrollado, aglutinado por el dinero público, que en forma de dádivas le regalaba a los pobres, como si fuera suyo.
Morena debe reaccionar muy rápido si no quiere empezar a caer desde una resbaladilla electoral alta y pronunciada. Se vieron apabullados, ya no nada más en las redes sociales, también en la calle, la cual decían les pertenecía.
Pensaron que publicando un video mal editado, con una “cancioncita” -así la calificaron ellos mismos- del talentoso, aunque acomodaticio cubano Silvio Rodríguez, podrían contrarrestar la paliza que les pusieron en un sólo día.
Si fuera su asesor les recomendaría, tanto a AMLO, como a Morena, organizar una marcha para el próximo domingo, donde enseñen su músculo político. Una que no se vea “afectada” por una conveniente y coincidente contingencia ambiental.
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