Marcharon para tragar sapos y lanzar escupitajos

Carlos Álvarez Acevedo @CarlosÁlvarezMX

De forma inédita, las cadenas de radio y televisión estatales se enlazaron, en realidad no para cubrir la marcha de López Obrador, sino para ensalzar al político tabasqueño, ejerciendo, de facto, el nivel más bajo y patético del periodismo.


En pantalla vimos a conductores, a reporteros y a entrevistados -funcionarios, políticos y civiles-, tratando de justificar el motivo de su asistencia a la marcha. Entre el cinismo y la vergüenza, todos tragaron sapos.


Irónicamente, la palabra latina para sapo es 'bufo'. En Italia, los comediantes solían rellenar la panza de sus grotescas vestimentas con mucha paja, por lo que “el pueblo” acabó llamándoles sapos, ‘buffo’ en italiano, 'bufón' en castellano.


En su ‘Manual del perfecto político’, Carlos Fuentes escribió que “la política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos”. Le faltó definir qué clase. Porque en la de baja calidad, como la vista en la marcha, la mayoría tenía cara de indigestión.


Sin duda, la marcha encabezada por López Obrador tuvo el doble de asistencia que la realizada en defensa del INE de semanas anteriores. Pero tampoco dudo de que la mayoría de los manifestantes fueron acarreados o presionados.


Para la RAE, el verbo “acarrear” significa: “Transportar de cualquier manera / Ocasionar, producir, traer consigo daños o desgracias”. A la denominada “Marcha del Pueblo”, se llevaron personas bajo la promesa de dinero u otra contraprestación.


Pero también está suficientemente demostrado y documentado, que López Obrador y su grupo utilizaron todo el aparato del Estado, para “acarrear” bajo amenazas, de perder los beneficios de programas sociales o los empleos en la burocracia.


Que me desmientan los juristas y abogados, pero además de demostrar una enorme falta de ética, cualquiera de estas deleznables prácticas deberían constituir múltiples delitos, tipificados en varias leyes. Merecen cárcel.


Curioso que lo que estoy a punto de decir, ya lo había plasmado en su columna de opinión publicada en el semanario Proceso, el periodista Jenaro Villamil, actual presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR).


'Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”, recordaba Villamil, a mediados de julio del 2018, la frase de César Garizurieta, alias “El Tlacuache”, misma que acuñó durante el sexenio de su amigo de la infancia, Miguel Alemán Valdés.


Bueno, eso escribió Villamil cuando López Obrador era presidente electo y ya le había ofrecido un cargo en el próximo Gobierno. El mantra y dogma de fe priista, fue adoptado con singular alegría por los militantes de la joven Morena.


Se llenaron la boca con la palabra “transformación”. La dijeron hasta el cansancio. La desgastaron hasta dejarla sin significado. La patearon y la usaron para limpiar el suelo, como hizo Messi con la playera de la Selección Mexicana de Fútbol.


Le escupieron en la cara a mucha gente que confió en ellos. Así como lo hicieron sus propios “compañeros” con Marcelo Ebrard durante la marcha. La realidad es que no transformaron nada. No sobrevivieron a la corrupción, ni a la ambición. 


La desorganizada marcha le sirvió a López Obrador para rodearse de los mismos serviles que se carcajean cuando dice alguna tontería. De los que celebran como si fuera algo genial, la cada vez más falsa opinión del autócrata. De nada más. Sigan tragando sapos.

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