Frustrado, AMLO es obligado a marchar otra vez

Carlos Álvarez Acevedo @CarlosAlvarezMX

La frustración es una emoción que se percibe como algo negativo y nace de no cumplir una expectativa, proyecto, idea o deseo. Se debe a una ilusión entre el control percibido y la realidad. Sin duda, AMLO tiene este conflicto psicológico.


Como lo dije al final de mi columna de opinión del lunes 14 de noviembre, si yo fuera su asesor, recomendaría, tanto a AMLO, como a Morena, organizar una marcha para el próximo domingo, donde enseñen su músculo político. Me hicieron caso.


Una que no se vea “afectada” por una conveniente y coincidente contingencia ambiental. Porque si hubieran sido tan poquitos los que marcharon el domingo 13 de noviembre, en defensa del INE, al presidente no le hubiera picado la cresta.


Como si fuera jugada prevista en un juego de mesa, el político tabasqueño y Morena, estaban obligados a mover sus piezas. Pero López Obrador se ardió ante la manifestación que repudió una de sus ocurrentes e inoportunas decisiones.


Es cierto, como lo había confesado el propio López Obrador, el poder lo estaba aburguesando (‘hamburgesando”, dice él). Pero ahora, el riesgo de perderlo, lo obliga a salir a las calles, y a movilizar a sus seguidores, a su base.


Tanto a los genuinos, como a los interesados en conservar sus privilegios. Algo a lo cual ya no tenían necesidad, desde que llegaron a ostentar sus rimbombantes cargos, donde ganan cientos de miles de pesos al mes, nomás de puro salario.


Al igual que como en defensa del INE marcharon personajes cuestionables y, algunos, hasta deleznables, en la movilización convocada por López Obrador también caminarán junto a él, cuestionados políticos y funcionarios.


Muchos de ellos ineficientes y corruptos, algunos de los cuales llegaron a ocupar sus actuales cargos, aunque no tenían méritos para ello. Pero lo más importante no es la marcha, sino lo que supuestamente va a informar el presidente.


O. ¿por qué mover de fecha su Cuarto Informe?, mismo que, por cierto, debería rendir ante el Congreso de la Unión, si en serio fuera un demócrata. ¿Realmente va a decir algo importante al final de su octava marcha en la Ciudad de México?


¿Qué es lo que va a informar el presidente? ¿Pura paja, como siempre? ¿Va a recetar a sus opositores su reprobable artillería de insultos? ¿Va a azuzar a sus huestes a seguir atacando a sus contrarios? ¿Va a seguir dividiendo al país?


Sin duda, en la marcha de la denominada “cuarta transformación” no habrá desinfladas cifras oficialistas respecto a los participantes, pero sí correrá mucho dinero público, que utilizarán los operadores de Morena para movilizar acarreados.


Sin embargo, al final de cuentas, aunque marchen cientos de miles, lo cierto es que el propio mandatario ya reconoció que su iniciativa de reforma electoral está muerta, y que su “plan B” para modificar las leyes secundarias es casi inviable. 


Así que, el origen de su enojo -los cientos de miles que marcharon en defensa del INE-, desembocará en una derrota política ante la oposición en el Congreso, y, por supuesto, en la ya cada vez más grande frustración presidencial. 

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